martes, 16 de agosto de 2011

CLASES SOCIALES


Esclavos

 

Al principio, la línea que separaba al esclavo del siervo era muy tenue, ya que todo Egipto pertenecía al faraón. Las campañas bélicas victoriosas trajeron multitud de esclavos reales como botín de guerra, por lo que la abundancia hizo que fueran distribuidos entre los templos y los  particulares.
Un esclavo tenía derechos legales, podía conseguir riquezas, y recibía un buen trato, sobre todo los destinados al servicio doméstico. Debían recibir como pago alimentación y alojamiento, pero también una cantidad determinada de telas, ropas y aceite, y podían comprar tierras o ser mantenidos por su amo. Está documentado en papiros de la dinastía XVIII que algunos trabajadores se vendían a sí mismos, asegurándose así mejores condiciones de vida. Otra cosa era el trato que recibían a manos de sus guardianes los prisioneros de guerra destinados a las minas de Nubia y el Sinaí.



Agricultores

 

Regían su vida por las estaciones, que para ellos eran tres: Inundación, Siembra y Cosecha, pero de forma especial por las crecidas del río.
Después de que los terrenos inundados afloraran, era necesario volver a medir y señalar las lindes, tarea que realizaban los escribas. Tras esto, el cabeza de familia trabajaba la tierra, llevando un arado de madera del que tiraba una pareja de bueyes dirigidos por un niño, y detrás el resto de la familia sembraba el grano, proporcionado por los almacenes del Estado.
Al terminar, el ganado se soltaba en la parcela para que enterrara con las pezuñas la simiente.
Mientras llegaba la cosecha, se supervisaban los canales de riego y se cuidaba de la ganadería: ovejas y cabras que pastaban cerca del desierto y bueyes y cerdos criados en corrales.
En la siega también participaba toda la familia: el hombre delante con una hoz de madera y pedernal y mujeres y niños detrás recogiendo las espigas. Concluida la recolección, se llevaba la cosecha a la era donde se trillaba con la ayuda de bueyes y se transportaba a los silos públicos. De allí se repartía a funcionarios, esclavos, obreros y se guardaba el excedente para compensar los malos tiempos.
Durante la inundación, los campesinos se dedicaban a la limpieza de los canales de regadío o eran llamados para trabajar en las obras públicas.

Artesanos 

La gran mayoría trabajaba para el faraón, los templos y los nobles fabricando y decorando las casas, los muebles y las tumbas. 

Casi todo lo que se conoce sobre ellos procede del estudio del poblado de Deir el-Medina, donde los escribas registraban cualquier detalle. Gracias a ellos se sabe que los obreros cobraban regularmente en grano, y les abastecían de sal, vestidos y herramientas, pero el resto de enseres como muebles o aceite debían comprarlos. El salario era de 5'5 sacos (un saco equivalía a 65 kg) de grano al mes, más o menos 11 deben, y si un litro de aceite o un cuchillo costaban uno ó dos deben, sillas o camas llegaban a los 20, y un sarcófago podía oscilar entre 25 y 200, por lo que hacían encargos particulares fuera de horas.

Algunos practicaban distintos sistemas de ahorro: posponer el cobro mensual tanto como se pudiera para cobrar de una vez, o bien comprar a crédito, algo arriesgado porque de incumplir el plazo el moroso era condenado a pagar el doble. En general, los obreros trabajaban en semanas laborales de diez días seguidos de un festivo, pero hay manuscritos que relatan que durante muy largos períodos de tiempo los esclavos no tenían festivos. Divididos en grupos bajo las órdenes de capataces, trabajaban en jornadas de alrededor de ocho horas, hasta la llegada de la comida y bebida desde el pueblo. En el año 1170 a. C., bajo el reinado de Ramsés III, el retraso en el pago de salarios y el hambre llevó a los obreros de Deir el-Medina a la huelga, logrando sus objetivos
La escultura, pintura y la arquitectura estaban reguladas al milímetro, con unas normas y escalas inalterables.
La joyería era delicada, hecha con materiales como el oro, lapislázuli, turquesas. Estos materiales también se usaban en la ebanistería.
La fayenza (loza egipcia) con tonos desde el azul intenso hasta el verde, se conoce desde la época predinástica, así como el vidrio que se usaba tanto en recipientes para ungüentos como en figuras macizas.
También construyeron instrumentos musicales, tejidos de lino, papiros, etc.

Canteros y mineros

Las canteras estaban en el desierto, y no se explotaban de forma regular, sino cuando convenía por las obras previstas. En principio, los canteros buscaban las rocas sueltas que se ajustasen por tamaño, aunque también se excavaban galerías en caso necesario. Era un trabajo duro, en el que extraer el bloque deseado, transportarlo, tallar un obelisco y colocarlo en su lugar, podía llevar siete u ocho meses.
El método era simple: se elegía un bloque del tamaño necesario (si ya estaba desprendido, mejor), bloque que se lanzaba cuesta abajo hasta que a un capataz, Mery, se le ocurrió hacer caminos en pendiente para que se deslizaran en una especie de trineos. En caso necesario, también perforaban la roca y practicaban galerías.
El trabajo era duro y poco considerado, estaba en lo más bajo de la escala artesanal, siendo muchos de los canteros prisioneros de guerra.
Los mineros tenían un trabajo todavía peor. Para extraer el mineral, calentaban la roca y luego la golpeaban siguiendo el filón. Los fragmentos se sacaban de las galerías de la mina para lavarlos y transportarlos luego a su destino. Habida cuenta de que las minas estaban en el desierto y que casi todos los mineros eran cautivos de guerra, el maltrato y la escasez de agua hacían estragos entre ellos.

Soldados


Dado el apacible aislamiento de la sociedad y el temperamento de la población, moldeado por el aparato religioso y administrativo del Estado, los ciudadanos estaban poco dispuestos a enrolarse.
Ingresar en la tropa era signo de baja extracción social y sólo los más depauperados lo hacían, por lo que la mayoría estaba formada por extranjeros.
Poco se sabe de la vida o de la actuación de las tropas, ya que todos los relatos se centran en exaltar la gloria del faraón, como el Poema de Pentaur, que narra la batalla de Kadesh en 1284 a. C. durante el reinado de Ramsés II.

Médicos

 

Los llamaban sun-nu, hombre de los que sufren, y aplicaban mezclados los remedios con fórmulas mágicas para pedir a los dioses que hiciesen efecto.
Nos han llegado multitud de recetas en distintos papiros (de Ebers, de Chester Beatry, de Hearst...) y en las tumbas de algunos médicos. Otros procedimientos eran la cirugía o el internar al enfermo grave en unos establecimientos adyacentes a los templos, para que los dioses le tuvieran cerca.
Como el cuerpo era necesario en la otra vida, llegaron a poner prótesis en el cadáver de aquellos a quienes les faltaba algún miembro.
El afán regulador de la administración intervino también en el cuerpo médico, convirtiéndolos en funcionarios, lo que les garantizaba unos ingresos mínimos fijos aparte de los que consiguieran por su cuenta, y un escalafón que culminaba con título de "Jefe de los Médicos del Alto y Bajo Egipto", el máximo de la profesión.

Escribas

 

Los sacerdotes administraban la vida religiosa, tan importante o más que los asuntos terrenales, de los cuales se ocupaban los escribas. Entre ambos formaban la élite dirigente. En la "Sátira de los oficios" (un escrito de la dinastía XII también llamado ‘’Enseñanzas de Jeti’’ porque se usaba como material de trabajo en las escuelas), se desvelan dos características del trabajo del escriba: su comodidad y su condición de funcionario del Estado. Respetado y adulado por todos, podía ascender fácilmente por la escala social desde que terminaba sus estudios en la ‘’Casa de la Vida’’.
Lo más importante era el hecho de que constituía la base del funcionariado, sin cuyo concurso se habría paralizado la administración. Sus múltiples funciones abarcaban levantar actas de juicios, anotar las entradas y salidas de los almacenes, vigilar el cobro de los impuestos, redactar cartas y contratos a los particulares, escribir las leyes dictadas por el faraón… Representaban el alma del Antiguo Egipto: podemos imaginarlo sin soldados, pero no sin pirámides, sin templos o sin jeroglíficos. Formaban, junto con la aristocracia y los sacerdotes, la clase social más alta, y conseguían riqueza y poder fácilmente

Sacerdotes

 

En cuanto a los sacerdotes, eran delegados del faraón, verdadero dios viviente, que debía realizar todas las ofrendas, procesiones y ceremonias necesarias para mantener el orden universal, ‘’maat’’, porque sólo sus oraciones y ofrendas eran eficaces. Es por eso por lo que en los templos se le representaba realizando las distintas ceremonias, rituales que renovaban los sacerdotes elegidos por él y en su nombre. Al igual que el aparato del estado requería innumerables funcionarios, así los templos cobijaban una ingente multitud de servidores: además de los muchos sacerdotes, había escribas, médicos, artesanos, campesinos de la ‘’tierra sagrada’’, auxiliares, bailarinas y músicos.
Entre los sacerdotes, había lectores, puros, profetas, culminando en la figura de Sumo Sacerdote de Amón, escogido personalmente por el rey entre sus leales aunque no perteneciera a la jerarquía sacerdotal. Ostentaba títulos como “Jefe de los secretos del cielo” o “Jefe de los sacerdotes de todos los dioses” y su poder político era grande.
Los sacerdotes podían casarse y llevar la vida de cualquier ciudadano rico, con la salvedad de vestir sólo de blanco y depilarse cada dos días, incluyendo cejas y pestañas, y abstenerse de relaciones sexuales durante los periodos de culto: un mes de cada cuatro. Debían someterse a una escrupulosa limpieza antes de comenzar cualquier ritual.

Faraón
Era la figura clave alrededor de la cual giraba la sociedad. La institución, creada directamente por los dioses, se mantuvo inalterada durante los tres milenios que duró la civilización egipcia.
Dueño de un poder absoluto, Horus viviente, sostenía la maat, el orden cósmico.
No se puede afirmar que existiera un derecho dinástico, aunque se suponía que la divinidad se transmitía por las mujeres de la casa real: por eso los reyes se casaban con sus hermanas e incluso con sus hijas, transmisoras del derecho, y aseguraban al heredero nombrándole corregente. Cuando se nombraba heredero a un hijo de las esposas secundarias o se usurpaba la corona, siempre era “voluntad divina”. El hecho de ser las mujeres transmisoras de la divinidad, hizo que, si bien el faraón recibía princesas de otros reinos en virtud de algún tratado, éstas no eran más que esposas secundarias y no se entregaba a otra de la casa real en correspondencia.
La ceremonia de la coronación se realizaba en Menfis, primera capital del reino unido, y comenzaba ascendiendo al heredero al rango de dios, entregándole las insignias del cayado y el látigo, atributos del poder. Luego, tocado primero con la corona blanca del Alto Egipto, después con la roja del Bajo Egipto, y finalmente con una combinación de ambas, se sentaba en el trono hecho con papiros (símbolo del norte) y lotos (símbolo del sur).
En su vida oficial, dios e hijo de dioses, debía ejercer el culto y controlar todos los detalles del gobierno, nombrando personalmente sacerdotes y funcionarios de alto rango, y viviendo en medio de una rígida etiqueta y con unas obligaciones asfixiantes.
En un plano más íntimo, tenía momentos de ocio, como se representa en numerosas pinturas: cazando, pescando o paseando por los jardines del palacio. Por supuesto, también tenía bufones, amigos, músicos y bailarinas a su disposición. El faraón mantenía varias esposas, entre las que se encontraba la oficial, que adquiría el rango de reina. Tanto ella como su madre poseían un alto rango, e incluso podían ser regentes.
El harén real era llamado Casa Jeneret, tenía su propia administración, bajo las órdenes de la reina, y constituía una zona independiente del palacio. En él vivían las esposas y concubinas, sus hijos, familiares y también hijos de altos funcionarios. No era un lugar cerrado y prohibido, y en algunas épocas se convirtió en un nido de intrigas.
La historia del Egipto Antiguo se divide en 3 imperios con intervalos de dominación extranjera y guerras internas. El Imperio Antiguo se caracterizó por el florecimiento de las artes y la construcción de las pirámides. Durante el Imperio Medio (2050-1800 a. C), tras una etapa de decadencia, Egipto conoció un período de esplendor en su economía, literatura y artes. En el Imperio Nuevo (1567-1085 a. C.) el país alcanzó su edad dorada conquistando a los pueblos vecinos y expandiendo su territorio bajo la dirección de los faraones de la XVIII dinastía.

La decadencia del imperio se dio hacia 1075 a. C., a raíz de las diversas invasiones de otros pueblos, las cuales modificaron la división y extensión del territorio de Egipto.

MODA


Al principio usaban el algodón, aunque más tarde se impuso el lino por la creencia de que era más puro. Había cuatro tipos: Lino real, tela útil fina, tela sutil y tela lisa. El color preferido era el blanco, aunque llevaba algunos dibujos en los bordes. Los hombres vestían una falda corta, sujeta a la cintura por dos extremos cruzados, llamada schenti.
Las mujeres de clase alta llevaban un vestido largo y ceñido, llamado kalasiri, de una pieza y sujeto con dos tirantes que les cubrían los senos. También llevaban una especie de capa corta cubriendo los hombros, para evitar el sol.
En la última época o período nuevo, la vestimenta cambió ostensiblemente, en particular para las mujeres, debido al concepto de impudicia femenina que se introdujo a través de las dinastías ptolemaicas (de origen griego). Ello produjo como consecuencia, que las mujeres fuesen progresivamente tapando sus cuerpos. Los obreros iban desnudos o con un taparrabos, y las mujeres trabajadoras llevaban ropas amplias, aunque algunas iban desnudas también.
También es digno de mención que la realeza y los escribas reales iban siempre depilados en todo el cuerpo (tanto hombres como mujeres), pues el pelo y el vello corporal (incluyendo las cejas), dicen algunos autores que les alejaba de la divinidad, pues era el símbolo de la materia o materialización. Aún así, se encuentran casos como el del escriba real Imhotep, que han aparecido representados con bigote o con pequeñas barbas.

MITOLOGIA EGIPCIA


La mitología egipcia es el nombre del conjunto de creencias sustentadas por los pobladores del antiguo Egipto, cuya práctica fue prohibida en tiempos de Justiniano I, en 535 d. C., con la imposición del cristianismo. El lapso de su desarrollo es de más de tres mil años, variando estas creencias a lo largo del tiempo, aunque eran la base de toda la organización de la sociedad: desde el poder del faraón hasta la forma de inhumación, todas las costumbres eran consecuencia directa de la concepción religiosa del mundo que tenían.
Sus principales dioses fueron: Ra, Amón, Anubis, Atón, Horus, Osiris, Hapy, Atum, Bes, Ptah, Seth, Tot, Apis, Bastet, Hathor, Isis, Maat, Neftis, Tefnut.